viernes, 27 de mayo de 2016


MAGNOLIAS DE VIENTO

La playa se iba extendiendo como un gigantesco papiro más allá de donde alcanzábamos a ver.
Relajadamente, en el agua, a la vez que flotaba yo lo iban haciendo mis sentidos.
Empecé a salpicar a Max y a Cecilia que parecían distantes. Algo se había vuelto raro en el ambiente; el cariz de broma que había tenido el viaje se había convertido en una especie de mueca. El sol comenzó a caer a una hora que no era la suya y cuando me giré para cerciorarme de que ellos veían lo mismo, habían desaparecido en el mar.
Frente  a mí, en la orilla ,había una extraña e inmensa caracola de colores imposibles. Me acerqué, sintiéndome de pronto muy pequeña. La tomé con mis manos temblorosas y acto seguido la puse en mi oído derecho, como si supiera que tenía un mensaje para mí. Un eco familiar se fue trasladando a todo mi ser y encaminé unos sorprendidos y decididos pasos hacia el lugar indicado. La casa, escondida entre las dunas ,con las contraventanas pintadas de azul me esperaba. Al abrir la verja pude ver ,envuelta en mi asombro, de nuevo a mi madre. Se columpiaba divertida como si fuera de viento. Era levante y poniente, era del material con el que se fabrican los sueños. Era de viento, marea, de fuego, cenizas y eternidad. De nuevo juntas, un encuentro inesperado de los de noche azul. No sé si empezó el perfume primero, si fue su risa ...o lo etéreo del momento. Algunos instantes son más bellos que la propia vida, son del sonido de las caracolas.

Hoy, vuelvo a convertirme en arena, en aire…en sal. Desciendo de nuevo hasta la playa bajo un sol que no quema, que calienta y nunca más será oblicuo. Vuelven y vuelan las estrellas en mi pelo, me sostienen ,me elevan .Ellas,se llevan los fantasmas de esta y mil eras. Ya no hay estaciones de paso, ya no hay relojes ni péndulos suspendidos… Ya sólo está el color de los abrazos.

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