viernes, 19 de septiembre de 2014

PINTANDO DE NUEVO EL CIELO

A veces abro el estuche y le faltan colores, entonces los invento. Amaneció más temprano para mí y salí a la terraza a buscar en alguna disparatada azotea los que me faltaban. Tenía que robarlos y estaba alto, pero valía la pena.
¿Qué pensaría el chico de los graffitis cuando viera que le faltaban sus caros sprays para decorar su mundo? Esta vez sólo podía pensar en mí. Me habían quedado tantos huecos y faltaban tantos tonos esenciales que no podía fallar en el intento. Empecé a escalar lentamente pegándome a los ventanales y sacando las uñas que ya no eran afiladas para agarrarme a aquellos ladrillos de color clarito que parecían deshacerse con el roce de mis pies.
Al fin tras un amago de caída al vacío conseguí llegar. Me invadió un inmenso placer ante mi hazaña y valentía, pero como siempre, nada es eterno o algún fallo sale a relucir y te chafa un poco el regalo.
En el suelo sólo había dos colores ,blanco y negro. Descubrí que el dibujo de la pared no tenía colores, que a él que parecía siempre risueño y se bebía la vida como nadie, le faltaban más que a mí.
Pensé enviarle un paquete con algún verde y azul de esos que venían en las cajas que yo compraba y aburrían de tantas tonalidades diferentes como existían, quizás así compartiría su historia, sin duda más dura todavía que la mía. Salí por el piso sin mirar atrás y cerré con cuidado ,esperando poder verle pronto cuando regresara de aquél viaje tan fantástico que había descrito unos días antes para mí, para hacerme reír y soñar despiertos.
Hoy he vuelto a pintar, consciente del vacío y de los colores que ya no están y que no se pueden sustituir ni tan siquiera inventar. De todos los que se fueron y de los que por distintos motivos no pueden o no quieren estar. La vida continúa con o sin ellos que de alguna forma siempre llevamos en nuestra paleta, repleta de anhelos, sueños y realidades.

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