lunes, 1 de septiembre de 2014

APODACA

Llegó el silencio y con él los gritos se agazaparon en un rincón; mientras pequeños pececillos de plata nadaban en el océano ajenos al instante de ser engullidos. A su vez ,un mar de nubes poblaba la tacita de plata ,encendiendo velas por los que se perdieron en aquél maremoto. Una ciudad  popular, forjada de viento y marea, desprovista de frío y de carnaval.

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