Él era de viento ,ella de lluvia. Se acercaban en otoño para desaparecer cada cual con su vida durante la primavera. Cuatrocientas lunas e infinitos soles. Siempre apareciendo y desapareciendo, separando y sellando cada día de sus vidas entre tantos siglos. Entretejiendo un deseo y un anhelo que quizás nunca perduraría, por eso sólo a veces coincidían y sólo a veces se encontraban y cuando ocurría los planetas se alineaban al menos un instante en perfecta conjunción.
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