viernes, 20 de junio de 2014

VEINTE AÑOS NO ES NADA

Siguiendo las huellas que dejé por cada rincón de esta ciudad y que me han hecho llegar hasta donde estoy hoy. Son veinte años de encuentros y desencuentros, de lágrimas y risas, de engrandece
rme y de ensombrecer.
Al principio fueron unas vacaciones y por cosas del azar acabé viviendo en otra ciudad.
Nueva familia, nuevos amigos y el hecho de dejar dos ciudades a las que sabía que volvería ,pero difícilmente para quedarme.
Redescubro los rincones de siempre. El zoco con sus talleres de artesanía y el Patio de los Naranjos preparándose para la noche blanca del flamenco. Yo no soy muy flamenca y el día que abandoné mi ciudad natal en la que bailaba todo lo que con Andalucía tenía que ver, colgué la falda de volantes y dejé mis castañuelas en un cajón. Quizás porque intuía que muchas cosas en mí cambiarían de un plumazo, eso sí, dando paso a cualquier tipo de arte aunque simplemente fuera por admirar. Al igual que estas calles con sus recovecos y el olor a azahar y las callejas empedradas.
De momento me quedo y olvido las cosas que no me han gustado desandando el camino recorrido, pero sin olvidar que en cada paso y en cada huella están selladas todas las cosas inigualables que me hicieron regresar y que han hecho que entre arcos y columnas quiera de nuevo empezar a jugar.

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