MAPAS IMAGINARIOS

 

Llevaba puesto un vestido largo blanco de algodón que apenas cubría sus hombros algo quemados por el sol. Los diminutos espejitos de colores que coronaban su vestido reflejaban un perfil diferente de su rostro, uno que no había visto nunca nadie, ni siquiera él. Deslizó con parsimonia un tirante finito como la cuerda de una malograda guitarra que sonaba a nada, a hueco. Su hombro decorado con pequeñas pecas de todas las formas y tamaños quedo libre y tras él cada parte de su mapa corporal.

 Las sandalias doradas quedaron sobre el césped de la piscina perfectamente alineadas de manera simétrica coronadas por el precioso vestido blanco que destacaba más sobre el intenso verde de la hierba.

No había nadie ni se oía a nadie sólo se disipaba a lo lejos el sonido de las chicharras en aquella tarde de Agosto tranquila y distante. La chica de la mirada turbia miró su cuerpo desnudo reflejado en el agua y vio una a una cada  parte, cada segmento y cada milímetro de las huellas que él había dejado en su cuerpo, en su piel a través de todas las noches del sueño de una noche de verano . Cada  caricia y cada  beso decoraban su cuerpo que se había convertido en lienzo ,un magnífico lienzo para apreciar palmo a palmo. Al fin se vio como realmente era o él la transformó  día a día y noche a noche como quiso, nunca llegaría a saberlo pero había valido la pena.

Igual que llego destilando una calma y serenidad que contrastaban con su verdadera esencia deslizó los largos dedos por su rojiza melena que cubría toda su espalda y sin más, con un pequeño saludo nada ceremonioso de deshizo en el agua como si fuera jabón.