martes, 9 de abril de 2013


EL SABIO Y SU DISCÍPULO


Pero ...¿por qué? le preguntó la rana de ojos saltones al ciempiés que bailaba sobre las teclas de un piano.
Sus ojos se agrandaban antes las respuestas del sabio como si hubiera tomado LSD, y aún así tampoco le quedó muy claro.
 Es así pequeña, los seres humanos son así  no se puede buscar explicación dijo el sabio.
Buscan y buscan para encontrar respuestas...¿a qué? ni ellos mismos lo saben, no saben ser felices ni vivir y se lamentan cuando no tiene remedio. Existe gente despierta, pero son casos aislados.
 La pequeña rana con sus patas en la barriga asentía con sus ojos llenos de círculos concéntricos y miraba al sabio haciendo que comprendía aunque ahora dada la hora en lo único que podía pensar era en atrapar algún suculento insecto sin más.
El sabio siguió relatando...los amigos se critican a la espalda, no se dicen las cosas que les molestan, hay ausencia de empatía y tienen una  obsesión constante por su físico y el de los demás. Operaciones de estética, dietas milagro y un sinfín de atrocidades y por supuesto...intentan que los demás no consigan sus sueños, se pisotean unos a otros y en la era de las grandes telecomunicaciones cada vez se relacionan menos y se sienten vacíos.
La pequeña ranita miro al sabio ciempiés y le hizo una última pregunta.
Si me como un mosquito que haya picado a un humano...¿ me volveré como ellos?
 A lo que el sabio respondió, moviendo al unísono la mitad de sus patas...Eso nunca , porque sabes escuchar y disfrutar del aquí y el ahora sin pensar más allá y valoras otras cosas mucho más importantes.
Tras estas palabras la pequeña  Morgana sonrío y cerró por un instante sus ojos para desear ser humana y así ,de esta forma poder abrir los ojos de los demás.

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