sábado, 23 de febrero de 2013

LA HERENCIA


La luna dejaba un sendero de plata en medio de la inmensidad del mar. Claudia , asomada a la terraza de la undécima planta de la habitación del hotel iba decorando, a medida que pasaban las horas, el impersonal cenicero de montañas y montañas de cigarrillos mientras se consumía en la interminable espera.
Era una noche del mes de Mayo de esas para soñar, e imaginó otros tiempos más felices, y  sintió un frío helador. Se adentró en la habitación del hotel perfectamente enmoquetado para coger la rebeca  de ella , y  suavemente se dejó acariciar. Aún tenía  un ligero  olor  a perfume y pudo sentir  casi su tacto a pesar del tiempo que había transcurrido.Sonrió ante la agradable sensación de la prenda  sobre sus delgados brazos y se regodeó sintiendo  el abrazo de su madre.
 Decidió salir de esa momentánea e imaginaria sensación de confort y con los ojos todavía llorosos se dispuso a poner algo de música que la transportara lejos de allí. La  música de Marvin Gaye le hizo olvidar su tristeza por unos instantes y volvió a escenarios sin nubes ni tempestades. Su mente y su cuerpo volaron a esos  veranos interminables y sin preocupaciones...de tumbonas al sol ,mojitos y  de las risas con Marcos cuando siempre hacía trampas jugando al billar.
Por un instante se sintió mucho más joven y sus ojeras a golpe de llanto se disiparon. Su vida había dado un giro inesperado y a golpe de reloj su corazón había envejecido diez años durante los últimos meses. Este a veces se ablandaba como si fuera de chicle para pasar a la dureza del diamante, inpenetrable, para soportar las distintas situaciones en las que se  había visto envuelta.
No quería pensar en el día siguiente ,quería sostener las horas,suspender el tiempo.Exhaló el humo del último cigarrillo que le quedaba y bailando al ritmo de "Sexual Healing" se dispuso a abrir el minibar para servirse una copa. Apuró cada segundo de aquella noche de revolución interior y sentimientos encontrados, y la hizo suya. Salió de nuevo a la terraza y respiró hondo  como si la vida se le fuera en ello;y deseó fundirse con el reguero de plata que guiaba la luna de un trece de Mayo, y pensó en los amigos que había tenido que dejar en el camino.Susana estaría celebrando su veinticinco cumpleaños sin ella... y la echó tremendamente de menos. Poco a poco se apagaban las horas mientras las luces noctámbulas se fundían con la claridad del alba. En un rato, las precederían otras nuevas de distinto calibre y pesadas  como una losa.
Necesitaría esta vez la versión en piedra de su corazón para enfrentar a las alimañas que decían ser su familia y le arrebatarían gran parte de todo lo que su valiente madre había conseguido a base de lucha.
Se abrazó a la delicada  rebeca color caramelo y se dejó caer en un profundo sueño a merced
de la luna que se desdibujaba y de las olas de un mar de nácar. 

2 comentarios:

  1. Cierto el corazon de piedra de vez en cuando no viene mal...precioso

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    1. Lo bueno es poder manejarlo,aunque ardua tarea...y que ni se vuelva demasiado duro ni de "blandiblú".FELIZ TARDE ,GATA LOCA!

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